Hoy platicaba con una amiga y me hizo una
gran pregunta ¿Por qué yo decidí ser maestra?.
Entonces, esta interrogante me llevó a visitar
el pasado y terminé admitiendo que esta profesión no estaba dentro de las
primeras opciones que yo hubiera decidido estudiar.
En aquellos años, la posibilidad de traer
niños al mundo me seducía enormemente. Quería ser obstetra y procurar salud en
los que recién abren los ojos a la vida fuera del útero.
Sin embargo, el día de la inscripción, la
ficha de registro para postular a la Universidad tenía la posibilidad de una
segunda opción. Yo no lo había pensado y de pronto un tío que me acompañaba me
dijo “marca Educación”. No había más que
hacer, así que terminé marcando esta alternativa. Es la X que cambió mi vida.
Pensar en cambiar de carrera me asustaba, más
aún cuando pensaba en el esfuerzo que mis padres hacían para que logre una
profesión, es más, procuré dedicarme al máximo y conseguir beneficios en el
pago de pensiones para aligerar el pago mensual.
Yo, no soy maestra por un tema de
vocación, sino por una "linda casualidad" que me ha permitido desde
que egresé de la Universidad ver a cientos de pequeñitas abrir los ojos al
mundo, de una forma distinta.
Me he encariñado con ellas, se han convertido en parte de mis días y he logrado
armonizar parte de mis sueños viéndolas reír y viéndolas aprender.
De esta noble profesión me encanta ver
cómo las niñas van creciendo, van aprendiendo, se van desarrollando y me agrada que ya logradas se me acerquen y me saluden. “Para mí eso es suficiente”.
Generalmente me aburren los papeleos, creo
que como a todos, sin embargo, entiendo que son exigencias de instancias
superiores, aunque sin papeleos las cosas pueden ser mejores, también he comprendido que no todo es perfecto y que es parte de ese todo que me da felicidad, tranquilidad y alegría.
Yo he decidido ser maestra por la mejor de las casualidades.